domingo, 25 de abril de 2010

Derviche


El sendero del derviche
Kabir Helminski al- Mevlevi

El derviche es un aprendiz, alguien que está aprendiendo la profesión que le dará la vida eterna. Esta profesión aún se imparte en ciertas "escuelas de enseñanzas elevadas." Mientras existen muchas habilidades que pueden ser aprendidas por uno mismo o de manera autónoma, las habilidades del derviche se aprenden al estar relacionado con un sheij, o un guía, y dentro de una familia espiritual o círculo sufi. Siempre habrá mucho que aprender por uno mismo, mediante los propios esfuerzos y a través del propio entendimiento. La responsabilidad final, sin duda, recae en nosotros mismos y en verdad no existe un intermediario entre nosotros y nuestro Dios. Y sin embargo, uno no puede convertirse en derviche aisladamente, así como tampoco puede alguien convertirse en amante a solas.
Algunas personas podrán dedicar toda su vida a convertirse en músicos exitosos o atletas profesionales Al hacerlo, tendrán que organizar la totalidad de sus vidas alrededor de este anhelo principal. El derviche es aquel que ha convertido la Verdad en su más preciado anhelo y está dispuesto a someter sus demás deseos y metas ante este anhelo. Es posible convertir el sufismo en un pasatiempo, en un interés más entre otros, pero eso no nos convierte en derviches. Está bien leer ampliamente y familiarizarse con una variedad de tradiciones, pero ser un sufi es mucho más que tener cierta preferencia por la lectura sufi o por la música sufi.

El precio que se requiere para ser un derviche es nuestra vida; un compromiso total de las energías de nuestra vida. Afortunadamente, en nuestra tradición esto no implica el abandono de una forma de vida socialmente útil y productiva, ni el renunciar al matrimonio y a una familia; pero sí requiere que todo aquello en lo que estemos involucrados sea observado y manejado desde la perspectiva de nuestra intención espiritual esencial. Algunos estilos de vida pueden ser inconsistentes con nuestra intención, ciertas formas de subsistencia pueden ser inapropiadas, a la luz de los requerimientos más específicos de recordar a Dios con cada respiración. Acaso descubramos que no se nos pide sacrificar todo, que el Sendero no contradice nuestra humanidad esencial. Podemos descubrir que Dios es el Amigo, un Amigo paciente, generoso y compasivo, pero gradualmente aprendemos que nosotros no debemos retener nada.

Para convertirnos en derviches, nos comprometemos con un sheij y con un linaje. Este llega, mano sobre mano, hasta Al-lah. Nuestra promesa, nuestra obediencia y nuestro compromiso son con Al-lah, y el sheij es un enlace. ¿Por qué habría de ser necesario un intermediario? Esta es una muy buena pregunta. En realidad, no hay intermediario si el sheij es un verdadero sheij, y si nuestro anhelo es sincero. El sheij en realidad, es la evidencia de la misericordia y de la generosidad de Dios, que hace la gracia más tangible, más inmediata. El sheij no busca poder o privilegios para sí mismo –o sí misma—, sino que es el sirviente del anhelo del corazón del derviche. También puede ser quien desafíe el egoísmo del derviche, llamándolo a sobrepasar su timidez, sus miedos, su cómoda complacencia. Puede que el sheij sea quien diga: "Entra a este fuego, no te quemará."

Ningún sheij es perfecto, y es justamente en su función como sheij que puede algunas veces desaparecer y convertirse en un simple medio y transmisor de la gracia y sabiduría divinas. 
Es el derviche quien ayuda a crear al sheij, y ambos se encuentran en un proceso de aprendizaje dentro de esta relación. Se debe recordar que antes de convertirse en sheij, él debió primero ser derviche, y nunca se deja de ser derviche.

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