Un sacerdote católico estaba intentando convertir a su fe a un judío.
Le dijo: “Lo único que tienes que hacer es decir tres veces “yo era judío, ahora soy católico. Yo era judío, ahora soy católico. Yo era judío, ahora soy católico”.
Él lo dijo, pero el sacerdote pensó que sería mejor pasarse por su casa un viernes para controlar.
El judío estaba friendo pollo. “Bien, ya sabes que no puedes comer pollo en viernes”.
“Sí que puedo”, le replicó. “Lo he metido en la sartén tres veces diciendo “antes era un pollo, ahora soy un pescado”.
Así es como vivimos.
Toda nuestra religión es exactamente así: solo verbal. No penetra en tu ser. Y tú sabes que harás exactamente lo opuesto a lo que digas. Piensas una cosa, dices otra, y haces otra diferente. Tú no eres uno, eres una trinidad. Y esas tres personas van en direcciones diferentes. Eres una multitud; de ahí el sufrimiento.
El animal no tiene nada en absoluto por lo que estar feliz. No tiene un gran palacio en el que vivir ni tiene televisión ni radio ni nada de eso. No tiene nada y, sin embargo, en él encontrarás una gran paz, silencio, alegría, celebración. ¿Por qué? Hay una cosa: el animal no elige.
El sufí no elige. Si eliges, engañas; si eliges, empiezas a ser falso; si eliges, te empiezas a volver de plástico. (*)
Que nada te turbe, porque la tristeza hace que veas veneno donde no hay más que agua fresca y que veas un cactus cuando en realidad estás viendo una rosa o un desierto cuando estás vislumbrando un jardín exuberante y que sientas que estás en una prisión agobiante cuando en realidad estás viviendo en una tierra vasta y espaciosa.
“¿Cuál de las gracias de vuestro Señor negaréis?” (Corán 55:13)
(*) Referencia: "Sufíes: La Gente del Camino" de Osho
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