La naturaleza de la razón es estar inquieta día y
noche, y atormentada por el pensamiento, el esfuerzo y las tentativas para
comprender al Altísimo aunque Él sea inentendible.
¿Porque sucede esto? porque lo otro? ¿Que hago con
esto o con lo otro?
Cuando la razón se lanza como polilla sobre la
llama de la vela, se quema y queda aniquilada. Así, el hombre que no se
apasiona por Dios ni se esfuerza (por alcanzarle) no es un hombre y, si éste
pudiera entenderle, Él no sería Dios. La causa de esta acción es que, la
polilla quemada y torturada, no puede soportar estar alejada de la llama. […]
(Rumi 1969, cap. 9; Arberry 1961, p. 47-48)
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