Bismillah...
“Y quien se refugie en Dios será guiado a un camino recto” Caligrafía Muhammad Uzchai (Turquía) |
En términos de aceptar la Realidad,
podemos distinguir varias etapas; en un primer momento, hay un período en el
que uno se resiste a ver la Realidad, corresponde al NO ACEPTO. Esto lleva a la
ambición de aquello que deseo. Tal ambición, al presionar en pos de un deseo
que no se cumple, lleva al SUFRIMIENTO. El sufrimiento es fruto del “choque”
del deseo contra la Realidad, el ver que no puedo conseguir eso que deseo. De
aquí se bifurcan dos caminos: se puede estar en Realidad, que es el darse
cuenta, y enmendar los errores cometidos en la búsqueda de satisfacer mis
deseos, o continuar en el autoengaño, echarse culpas por los errores, y luego
comenzar el circuito de la ambición y el deseo nuevamente.
¿Qué caracteriza la ambición?
La ambición es la impaciencia en el
Destino de Allah. Querer cambiar lo que el Allah Indica como Destino. Es un
olvido de Allah, un acto de ilusión absoluto, una afirmación de que “yo
existo”. Esta ambición que conduce al error, nos hace pagar el precio a través
del sufrimiento.
Para que no se detone el circuito
de la ambición, hay que controlarla. ¿Cómo se controla?
ACEPTANDO.
Lo anteriormente mencionado puede
reflejarse en las etapas que han identificado en los pacientes que padecen
cáncer. En la primera etapa, hay negación de la enfermedad; no la tienen.
En la segunda etapa, ya hay
rechazo. Se producen varias emociones como enojo, ira, no querer lidiar con la
situación.
En estas dos primeras etapas, no
hay posibilidad de que se revierta el avance de la enfermedad; sólo hasta la
tercer etapa, en donde hay aceptación. En esta etapa es que se producen los
porcentajes mayores de que haya reversión.
La alquimia está en uno. Se produce
al ACEPTAR. Sino seguimos sumergidos en el autoengaño, y se vuelve a iniciar el
juego, se da otra vuelta sin sentido para encontrarse otra vez con el
sufrimiento de que no se puede alterar la Realidad.
Según el Sura 16, Ayat 97 del
Corán, Dios Elevado Sea dijo, "Al creyente, varón o hembra, que obre bien,
le haremos, ciertamente, que viva una vida buena"(Corán, 16:97)
Esto es, LA COMPLACENCIA.
Es aceptar la porción que a cada
uno se le destina. Bishr al-Hafi dijo, "Complacencia es un rey quien
habita en un corazón creyente".
Abu Suleyman al-Darani dijo,
“Complacencia es el comienzo del contentamiento, mientras que la abstinencia es
el comienzo de la renunciación”.
¿Cómo comienza el contentamiento?
Comienza en cuanto uno permanece tranquilo ante lo desconocido.
A veces lo que nos es familiar, ya
es aceptado, pero es aceptado como hábito, hay que estar atentos pues se están
repitiendo errores en lo que uno denomina “familiar”.
Abu Abd Allah bin Khafif dijo,
"Complacencia es no desear por algo que careces y el no necesitar algo que
tu ya posees".
Abu Hazim pasó por el carnicero
quien tenia muy buena carne. El le dijo, "Llévate un poco, Abu Hazim, esta
muy buena". "No tengo ni un dirham encima", respondió el.
"Esperare por el", dijo el carnicero. "Es mejor para mi que mi
ego espere antes de que tú esperes".
Aceptar es encontrar aquello que
existe como suficiente y dejar de desear lo que no hay. Al no tenerlo, se
produce un envenenamiento si se lo desea.
El exponente más notorio del
autoengaño son las ensoñaciones infantiles. Se trata de hacer berrinches cuando
no se tiene lo que se desea. En este punto, no se crece, sólo hay ambición.
Se dice que Allah escondió 5 cosas
en 5 lugares diferentes:
El honor en la obediencia;
La humillación en la desobediencia;
El temor reverencial al levantarse
para el rezo nocturno.
La sabiduría en un estómago vacío,
Y la complacencia en la aceptación.
(Riqueza en la Complacencia).
Alguien vio a un hombre sabio
comiendo vegetales de un arroyo. El dijo, "Si estuvieras esperando al
sultán, no necesitarías comer esto!" "Y si tu estarías complacido con
esto, no necesitarías el esperar por el sultán", respondió el sabio.
Si estás en Realidad, no cuesta la
aceptación. El desconocer a Allah, la desobediencia, la rebeldía… son todas
circunstancias en las que se cae por no aceptar; por no estar ubicados en la
Realidad, sino en el autoengaño.
Dios no cambia Su Plan, Su Destino,
uno sufre más y las cosas continúan igual.
Es de sabio estar de acuerdo con
Dios y no en contra.
En primer lugar, hay que darse
cuenta que no estamos aceptando. Sino, nos daremos cuenta al final, que es con
el dolor. El dolor es la señal que indica que nos caímos, y que recién cuando
uno vuelve a ver hacia atrás, puede darse cuenta de ello. Allí se ve Realidad,
darse cuenta dónde nos caímos. El autoengaño diría: “me empujaron”.
En la Realidad, es imposible
colorear. Es.
Y como Es, primero se acepta. Luego
viene la Conciencia.
Se dice: “Sé de aquellos que se
abstienen, y serás de los agradecidos…”
Entrar en ilusión es no hacer lo
que Él Predestina que haga. Hay distracción, y el no querer verse, el afirmar
“yo estoy bien”. Mientras que dentro, hay mecanismos, cerradas, dibujos,
mentiras, miserias, etc. ¿Por qué habría uno de reírse? Tampoco es cuestión de
amargarse, ya que todo podría ser peor.
“Las lágrimas son la ablución del
alma”.
Si ser musulmán implica sumisión,
el acto de ambición es lo contrario a éste, a ser musulmán.
¿Qué significa la frase, “morir
antes de morir”? Morir a los propios deseos antes de morir.
¿Cómo se entra en Realidad?
Se entra de golpe. Es un cambio de
estado de Conciencia. No se puede retroceder al autoengaño una vez que se
ingresa en Realidad.
El ciclo sería de la siguiente
forma:
Se vive en el autoengaño.
No hay aceptación de lo que sucede.
Nace la ambición de aquello que no
está sucediendo.
Se generan deseos.
Continúa el autoengaño de que puedo
conseguirlos, y “torcer” el Plan de Allah.
Sufrimiento, Dolor - Golpe de
Realidad – Darse cuenta.
Dos opciones: entrar en Realidad.
Sigue el autoengaño y comienza el ciclo nuevamente.
Una vez que se ha caído en
Realidad, es difícil la convivencia con la gente que permanece en el
autoengaño. No comprenden que sucede, por qué el cambio repentino. No se vuelve
agradable estar en su compañía, y a ellos se les vuelve difícil también.
La ilusión contagia, es fácil
confundir “te amo” con “te necesito”. Y creerlo. Son dos aguas divisorias, el
autoengaño, y la Verdad.
La Verdad no se suspende por mal
tiempo; llega. Uno cree que puede evitarla una, dos, o tres veces, pero allí
continúa. ES.
La Verdad tiene un sabor amargo,
pero como ES, es lo que da tranquilidad.
Sohbet de Mahmud Baba - Argentina, 2009
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