lunes, 21 de agosto de 2017

Sobre la arrogancia


Debieras saber que Allah está consciente de las malas obras que escondes de los demás, mientras estás ocupado reprendiéndolos por pecados que tú muestras. Debes considerar que, al final, podrías ser peor que aquellos a los que te opones, y teme por ti mismo, más que temer por los efectos de los actos de la gente a la que culpas.

Cuando eres llevado a una situación en la que estas obligado a reprender a un pecador, debes comportarte como una niñera encargada por un gran señor de educar a sus hijos. Esa niñera, cuando es necesario, puede reprender y castigar a los niños del señor, pero nunca se sentirá superior a ellos, ya que sabe que esos niños son más preciados para su padre de lo que ella lo es. Solo Allah sabe quien es mas preciado para El. 
Lo mejor es pensar que todos los demás son mejores en la opinión del Señor de lo que uno mismo es.

Otra causa de la arrogancia es un sentimiento de superioridad por el propio estado espiritual y religioso. Alguien que ha elegido el estilo de vida de un asceta, que ha dedicado su vida a orar, ayunar y meditar, retirándose del mundo, corre el mayor peligro ante esta falta. La verdadera causa de este defecto es en gran medida la misma que la del orgullo por el conocimiento alcanzado. Como en ese caso, la falta de sabiduría es la responsable. Una persona piadosa debiera saber que nuestro estado espiritual como musulmanes no depende de la oración, del ayuno, de la meditación, o de apartarse del mundo.
Se nos conceden numerosas acciones en la vida que conllevan recompensas espirituales, y se nos advierte sobre muchas otras que se nos prohíbe procurar. Y en cualquier cosa que hagamos, se nos enseña que nuestras intenciones, sinceridad, y amor y temor de Allah son de la mayor importancia para nuestra salvación.

“No os sintáis superiores ni afirméis que sois puros. Allah sabe bien quien se guarda del mal por amor a El.” (Corán 53:32)

Fragmento de “El Camino de Muhammad” Iman Birgivi

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