viernes, 23 de enero de 2009

Sobre la Esencia de las Cosas

Bismillah...

El hombre, de hecho todo y cada cosa, tiene tres aspectos: forma, capacidades, acciones y esencia.

Si deseamos describir a una persona (o cosa) podemos comenzar por su forma, sus características físicas, describiendo a un hombre como alto, delgado, rubio, de ojos claros, etc.


Luego podemos describirlo a través de sus capacidades: fuerte, inteligente, visionario, gentil, generoso, etc. Estas son sus acciones o las posibilidades de llevar a cabo cosas.

Tanto la forma, como las capacidades y acciones de una persona pueden cambiar. El alto puede volverse aún más alto, el joven puede volverse viejo, el delgado gordo, el rubio puede volverse canoso. Las acciones también cambian. El fuerte puede volverse débil; el generoso puede volverse pobre y no ser capaz de dar.

Hay algo que si queda constante, esa es la esencia de la persona o cosa. Esto es lo que se denomina Ruhj.

Allah El Altísimo sopló desde Su propia alma a este cuerpo. El cuerpo se puede pesar, medir, cambiar, es temporal, sujeto a descomponerse, mientras que el alma no se puede medir, es invisible, inmortal, viene de otro reino.

Cuando el alma entra dentro del cuerpo, es como si un matrimonio se llevase a cabo. La carne, la madre, que viene del mundo, se une al alma, el padre, que viene del cielo. De este matrimonio nacen dos hijos. Uno es llamado corazón, que se asemeja al padre, que anhela la tierra del padre, está apegado y bajo la guía del padre. El otro hijo se llama ego, tiene el carácter de la madre, está apegado a la tierra de su madre y ama este mundo.

En esta familia de tu ser, de tus acciones, tu carácter, tu comportamiento, tu belleza o fealdad, son o del corazón o del ego. Están sujetas a cambios. Si son del corazón, corresponden y están en armonía con su padre, el alma eterna. Si vienen del ego se relacionan con su madre la carne y su nación, el mundo.

Tu forma, tu apariencia física, tu comportamiento, tus acciones, primero se manifiestan en lo que quieres y deseas. El ego desea lo que quiere el cuerpo; el corazón lo que Allah quiere. Estos deseos se manifiestan en la voluntad de uno.

Si uno se guía por la forma, o el comportamiento y acciones, que son variables, no son reales, ya que cambian, no duran. Solo es confiable guiarse por la esencia, porque ES. No la altera el tiempo, es constante. El rastro de esta esencia, el Ruhj, se sigue en el corazón. El corazón recibe los impulsos del alma, que es el Ruhj, al que se llama también el secreto del corazón.
Pero éste también puede recibir influencias del ego, estar empañado con los deseos y necesidades del cuerpo.

El Ruhj es de donde se emana el impulso, que marca la Voluntad de Allah, y la cual recibe el corazón. Son instrucciones que indican lo que debe hacerse, lo correcto, para cada momento. Cuanto más puro esté el corazón, mejor recepción tendrá, y no se verá opacada ni distorsionada con intereses del ego.

El corazón puede amar verdaderamente, pero dado que está influenciado por el alma y por el ego, hay una lucha constante y ese amor no es una conexión de almas. Una conexión por Ruhj similares, esencias similares, es instantánea, constante, no cesa. No varía con las circunstancias, ni sufre altibajos ni diferencias de egos. Las almas se reconocen y se entregan.

Voluntad es querer tener algo o hacer algo, y pensar que tú, tú mismo eres capaz de obtener lo que deseas tener, y pensar que tú eres capaz de hacer lo que deseas. La voluntad es un regalo único que Allah ha dado solo al hombre. Capacita al hombre para escoger lo bueno por sobre lo malo, aquello que es bueno para uno por sobre aquello que es malo para uno.

Sin embargo el hombre no sabe que es bueno para él. Por esto es que Allah le ha dado a Sus escogidos servidores una religión perfeccionada que Él ha llenado con Sus bendiciones y complacencia. Esta es Islam. Cuando el hombre escucha a su corazón y está de acuerdo con sus deseos y escoge someter el regalo más valioso de Allah, su voluntad, a la grandiosa voluntad de Allah, eso es Islam. Entonces la divina luz, an-nur al-Muhammadi, la belleza del amado de Allah, será su apariencia física y recibirá ihsan y estará en la presencia de su Señor para siempre.

Había una vez un sheik muy sabio que se le había dado marifatullah. El sultán de su nación estaba rodeado de consejeros cuyo conocimiento eran las ciencias de este mundo, el conocimiento del ego. Ellos mal guiaban al sultán y el mundo sufría.

El verdadero hombre sabio deseaba advertirle al sultán, pero los consejeros no lo dejaban. Entonces ideó un plan. Declaró públicamente que no existía la voluntad en el hombre.

Esta declaración es una herejía (como lo es también decir que el hombre es el creador de sus propias acciones). Los consejeros del sultán vieron esto como una manera de condenar a este hombre sabio y lo acusaron al sultán.

El sultán pidió que le trajeran a su presencia a este hombre sabio para juzgarlo. El sultán preguntó: “¿Es cierto que has dicho que el hombre no posee voluntad, sin embargo Allah dice que es Su regalo para el género humano?”
El sabio dijo: “Si, he dicho que el hombre no posee voluntad propia. También confirmo que si tiene voluntad. ¿Pero usted que dice, mi sultán? Por ejemplo, ¿Cree usted que yo tengo voluntad?”

“Ciertamente” dijo el sultán.
“¿Cree usted que tengo la habilidad de llevar a cabo aquello que es mi voluntad?”
“Por supuesto”
El sabio dijo: “En ese caso, ¡mi voluntad es que sus tesoros sean distribuidos entre la gente!”

El sultán se volvió a sus consejeros diciéndoles: “Contéstenle”.
Los consejeros solo hablaban a regañadientes, protestando. “El está haciendo esto sólo con argumentos intelectuales. No es algo serio”.
“Entonces destruyan su argumento con su conocimiento”, el sultán insistía.
Los consejeros se quedaron mudos.

El sabio dijo: “Deje que yo le explique mi propio argumento, mi sultán”
“En su presencia, en su palacio, todo es su voluntad yo no tengo voluntad alguna. Cuando vuelvo a mi hogar, sin embargo, puedo decirle a mi esposa, a mis hijos y a mis servidores lo que deseo y ellos lo harán. Allí si poseo voluntad.”

“Pero aún aquí hay un Sultán por sobre todos los sultanes, el Dueño y Señor de todo y cada cosa, Todo Poderoso, Siempre Viviente, conocido por Sus atributos, visto por Sus acciones, Siempre presente, en todos y todo. Los que Lo conocen y que saben que están en Su presencia en todo momento, para ellos gentes del corazón y de la esencia, sólo hay una voluntad, la divina voluntad de Allah. Ellos no dicen nada sino desde Él, no ven nada sino de Él, ellos no hacen nada sino por Él.”

“Luego están los que no se dan cuenta de Él y de lo que es de Él, que se sienten en su hogar en este mundo, que es de ellos. Ellos son los que tienen voluntad y piensan que pueden hacer.”

“Piensan quizás que su libertad llega hasta donde comienza la libertad de los demás. La sociedad como es concebida por los hombres depende de este sentido de responsabilidad. Es por esto que la voluntad del hombre es un regalo para la humanidad.
Pero aquellos inconcientes saben que rara vez sucede aquello que desean, mientras que ven que aquellos que han sometido su voluntad a la más grande voluntad, están satisfechos, en paz y complacidos, pues lo que sea les suceda es para mejor. Ellos están envidiosos y critican a aquellos que han sometido su voluntad y son agresivos hacia ellos. Sin embargo están destinados a fracasar.”

“Toda alabanza sea para Allah”

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