El sendero del derviche
Kabir Helminski al- Mevlevi
El derviche es un
aprendiz, alguien que está aprendiendo la profesión que le dará la vida eterna.
Esta profesión aún se imparte en ciertas "escuelas de enseñanzas
elevadas." Mientras existen muchas habilidades que pueden ser aprendidas
por uno mismo o de manera autónoma, las habilidades del derviche se aprenden al
estar relacionado con un sheij, o un guía, y dentro de una familia espiritual o
círculo sufi. Siempre habrá mucho que aprender por uno mismo, mediante los
propios esfuerzos y a través del propio entendimiento. La responsabilidad
final, sin duda, recae en nosotros mismos y en verdad no existe un
intermediario entre nosotros y nuestro Dios. Y sin embargo, uno no puede
convertirse en derviche aisladamente, así como tampoco puede alguien
convertirse en amante a solas.
Algunas personas
podrán dedicar toda su vida a convertirse en músicos exitosos o atletas profesionales
Al hacerlo, tendrán que organizar la totalidad de sus vidas alrededor de este
anhelo principal. El derviche es aquel que ha convertido la Verdad en su más
preciado anhelo y está dispuesto a someter sus demás deseos y metas ante este
anhelo. Es posible convertir el sufismo en un pasatiempo, en un interés más
entre otros, pero eso no nos convierte en derviches. Está bien leer ampliamente
y familiarizarse con una variedad de tradiciones, pero ser un sufi es mucho más
que tener cierta preferencia por la lectura sufi o por la música sufi.
El precio que se
requiere para ser un derviche es nuestra vida; un compromiso total de las
energías de nuestra vida. Afortunadamente, en nuestra tradición esto no implica
el abandono de una forma de vida socialmente útil y productiva, ni el renunciar
al matrimonio y a una familia; pero sí requiere que todo aquello en lo que
estemos involucrados sea observado y manejado desde la perspectiva de nuestra
intención espiritual esencial. Algunos estilos de vida pueden ser inconsistentes
con nuestra intención, ciertas formas de subsistencia pueden ser inapropiadas,
a la luz de los requerimientos más específicos de recordar a Dios con cada
respiración. Acaso descubramos que no se nos pide sacrificar todo, que el
Sendero no contradice nuestra humanidad esencial. Podemos descubrir que Dios es
el Amigo, un Amigo paciente, generoso y compasivo, pero gradualmente aprendemos
que nosotros no debemos retener nada.
Para convertirnos
en derviches, nos comprometemos con un sheij y con un linaje. Este llega, mano
sobre mano, hasta Al-lah. Nuestra promesa, nuestra obediencia y nuestro
compromiso son con Al-lah, y el sheij es un enlace. ¿Por qué habría de ser
necesario un intermediario? Esta es una muy buena pregunta. En realidad, no hay
intermediario si el sheij es un verdadero sheij, y si nuestro anhelo es
sincero. El sheij en realidad, es la evidencia de la misericordia y de la
generosidad de Dios, que hace la gracia más tangible, más inmediata. El sheij
no busca poder o privilegios para sí mismo –o sí misma—, sino que es el
sirviente del anhelo del corazón del derviche. También puede ser quien desafíe
el egoísmo del derviche, llamándolo a sobrepasar su timidez, sus miedos, su
cómoda complacencia. Puede que el sheij sea quien diga: "Entra a este
fuego, no te quemará."
Ningún sheij es
perfecto, y es justamente en su función como sheij que puede algunas
veces desaparecer y convertirse en un simple medio y transmisor de la gracia y
sabiduría divinas.
Es el derviche
quien ayuda a crear al sheij, y ambos se encuentran en un proceso de
aprendizaje dentro de esta relación. Se debe recordar que antes de convertirse
en sheij, él debió primero ser derviche, y nunca se deja de ser derviche.