El Destino de la
Humanidad es decretado y predeterminado por nadie sino por nuestro Divino
Creador.
De otra manera, nuestro nacimiento, muerte, el seleccionar a nuestros
padres sería nuestra propia elección.
Al hombre se le ha dado en verdad la voluntad de su existencia pero es
libre de ponerla en práctica dentro de los limites de una armadura en
particular.
El Destino está en las manos de Dios, entendiendo esto como una voluntad
universal.
Imaginemos un grupo de pasajeros en un ómnibus, tren o un buque; vean como
se mueven de un lado al otro, sentándose o dejando libres sus asientos,
comiendo y bebiendo.
Estas acciones son ejemplos del ejercicio de nuestra
propia libertad de acción. Mientras tanto, de todas maneras, el vehículo o
buque continúa su propia ruta o curso, controlado por el conductor o capitán.
Aquí tenemos algo similar para la voluntad universal.
Los movimientos de los pasajeros no tienen ningún efecto en la dirección o
la velocidad del tren o del barco; de igual manera el destino de la humanidad
no puede ser influenciado por la capacidad de la libre voluntad que ha sido
dada a los seres humanos.
Raros casos pueden ser vistos como excepciones pero
tales instancias están ambas divinamente predeterminadas. Nada está fuera del
designio del destino.
El Jardín de los Derviches - Sheikh Muzaffer Ozak
(ra)
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