Oh,
hombres: esta vida es sólo un ojo que parpadea.
Oh, hombres: el último fin de todo nuestro deseo es que Él se acerque a
nosotros, el Viviente, el Invariable.
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Para el siervo de Dios el peligro es el estado de consuelo donde puede ser engañado si acepta sólo lo que ve, cree, experimenta o conoce.
La desolación es su hogar, donde es tomado y enteramente llevado hasta Dios.
En esa oscuridad del engaño, en el vacío, en el abandono, en la muerte del yo, en plena desolación, es sólo cenizas ¡Ni siquiera cenizas!
Ibn Abbad
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