"Estábamos en un barco de mar una vez, cuando el viento de repente se tornó tormentoso, y nos vimos obligados a abandonar la alta mar y buscar refugio en una isla. Nos sorprendió para ver que no estábamos solos en la isla, de pie delante de nosotros había un hombre que estaba ocupado adorando. Le dijimos '¿A qué estás adorando?' sobre lo cual señaló a un ídolo.
Dijimos: "No tenemos una persona en nuestro barco que haga lo que estás haciendo"
El hombre preguntó: 'Entonces, ¿a quién adoras?'
Dijimos: 'Adoramos a Allah".
Él preguntó: "¿Y quién es Allah?"
"Dijimos, 'Aquel cuyo trono está en los cielos y cuyo dominio está en los cielos, la tierra y todo lo que existe".
"¿Y cómo llegaste a saber eso?", preguntó el hombre.
"Nos envió un mensajero con pruebas claras y milagros, y fue ese Mensajero quien nos informó sobre él".
"¿Y qué le ha sucedido a tu Mensajero?"
"Cuando terminó de transmitir el mensaje, Allah lo hizo morir", respondimos.
"¿No te ha dejado ninguna señal?" el hombre preguntó.
Dijimos: 'Él ha dejado entre nosotros el Libro de Allah'.
"Muéstramelo", le pidió al hombre.
Cuando le mostramos una copia del Corán, él dijo: "No puedo leerlo", así que le leímos parte de él. Luego lloró y dijo: 'Aquél cuyo discurso es este no debe ser desobedecido'.
El hombre no solo aceptó el Islam, también aprendió diligentemente sus enseñanzas y luego puso en práctica lo que aprendió. Cuando el clima se calmó y estábamos listos para salir de la isla, nos preguntó si podía ser un pasajero de nuestro barco. Por supuesto, acordamos que se uniera a nosotros, y fue una buena cosa que viniera con nosotros, ya que nos dio la oportunidad de enseñarle varios capítulos del Corán. Al final de la primera noche de viaje, todos los tripulantes nos preparamos para ir a dormir. Nuestro nuevo pasajero dijo: 'Oh gente, el Señor al que me guiaste, ¿duerme?'
Dijimos,
هو الحي القيوم لا تأخذه سنة ولا نوم
'... Él es el que siempre vive, el que sostiene y protege todo lo que existe. Ni la somnolencia ni el sueño lo alcanzan ... '[Surah Al-Baqarah 2: 255]
Narrado por Abdul-Waaḥid ibn Zaid
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