lunes, 14 de junio de 2021

Sobre los deseos

Bismillah

Te liberas de tus propios deseos solo cuando Dios te libera. Esto no se logra por su propio esfuerzo, sino por la gracia de Dios. Primero, él hace surgir en ti el deseo de alcanzar esta meta. Entonces te abre la puerta del arrepentimiento. Entonces... continúa esforzándose y... se enorgullece de sus esfuerzos, pensando que está avanzando o logrando algo; pero luego caes en la desesperación y no sientes alegría. Entonces sabrá que su trabajo no es puro sino contaminado. Te arrepientes de actos de devoción que creías tuyos y percibes que fueron hechos por la gracia de Dios y que fuiste culpable de politeísmo al atribuirlos a tu propio esfuerzo. Cuando esto se manifiesta, un sentimiento de alegría entra en tu corazón... Dios te abre la puerta del amor...

Pero todavía piensas "Yo amo" y no encuentras descanso hasta que percibes que es Dios quien te ama y te mantiene en el estado de amar, y que esto es el resultado del amor y la gracia divina, no de tu propio esfuerzo. Entonces Dios les abre la puerta de la unidad y les hace saber que toda acción depende de Dios Todopoderoso. Entonces percibes que todo es Dios, y todo es por él, y todo es su (incluso) esta presunción... Entonces reconoces por completo que no tienes derecho a decir "yo" o "mío". En esta etapa, contemplas tu impotencia; los deseos se alejan de ti y te vuelves libre y tranquilo. Deseas lo que Dios desea; sus propios deseos se han ido, está emancipado de sus deseos y ha ganado paz y alegría en ambos mundos.
Primero, la acción es necesaria, luego el conocimiento, para que puedas saber que no sabes nada y que no eres nadie. No es fácil saberlo. Es algo que no se puede aprender correctamente mediante instrucción, ni coser con aguja ni anudar con hilo. Es el don de Dios.

-Abu Sa'id Ibn Abi'l Khayr (967 - 1049)


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