Bismillah
Un día todos los sentimientos, emociones, pensamientos, creencias, ideas, hábitos, caracteres y todas esas cosas invisibles de la humanidad, decidieron ir a un crucero. Así que se subieron, y el último en entrar al barco fue el Amor.
Y así en el transcurso del viaje cada uno hizo lo que hace. El orgullo hizo su cosa, la ambición hizo lo suyo, y la envidia hizo lo suyo; la felicidad lo suyo y el estrés hizo lo suyo, y estaban pasándola muy bien, como ustedes saben en esos viajes. Pero el nombre del barco era “Titanic”, así que cuando viajaban alrededor de Alaska, golpearon la punta de un iceberg, y el barco comenzó a hundirse. Pero el barco estaba bien equipado, y todo el mundo estaba encontrando botes para bajar del barco; pero el Amor se quedó hasta el último momento tratando de ayudar, corriendo por ahí tratando de poner a la gente en los botes, y en una situación segura.
Finalmente, casi todo el mundo quedo fuera del Titanic, excepto el Amor que se había quedado atrás, y finalmente se dio cuenta de que debía bajar del barco también. Y el agua está casi en sus tobillos; ve el bote de la ambición pasar, y le dice: “Hola, hola, me quedé aquí, por favor, recógeme”. Y la ambición da una mirada y dice: “Mira mi barco está lleno con mi equipaje, con mi oro, con mi plata, y todas mis transcripciones y mis diplomas de doctorados, y el bote está lleno, si te llevo nos hundiríamos y lo perdería todo, siento no poder llevarte, y siguió de largo.
Luego pasa la arrogancia, y le dice por favor, llévame... y la arrogancia con su familia muy bien vestidos y su bote limpio, le da una mirada sucia al Amor, y dice: “Has estado corriendo aquí y allá ayudando gente, estás sucio y feo, vas a venir a ensuciarnos, lo siento, no puedo llevarte”.
Y así siguió de largo la arrogancia. Entonces el bote de la envidia pasa, y él dice: “Hola me estoy hundiendo, ya el agua está hasta mis rodillas!”, el Amor le grita y pide a la envidia para que lo ayude. Y la envidia dice: “Mírate estúpida persona allí, fingiste ser valiente y compasivo, corriendo por la derecha y la izquierda ayudando a la gente; bien, te mereces esto. Quédate allí y si eres tan valiente, muere”. Ahí va la envidia…
Entonces la tristeza pasa, el Amor dice: “Por favor, llévame”, y la tristeza con una cara sombría dice: No, no, estoy tan triste, estoy tan infeliz, tengo que estar solo, no puedo tener a nadie más conmigo”. Entonces la felicidad pasa, ja, ja, ji, ji…ni siquiera podía escuchar al Amor llamándolo, totalmente ajeno a lo que ha sucedido, estaba tan feliz.
Finalmente, de repente aparece una lancha rápida, y su conductor dice: “Ven al barco”, y lleva al Amor a tierra firme, y al irse le dice: “Tengo prisa, tengo que ir a un lugar”, zoom, se va.
El Amor se sorprende de que no tuvo tiempo de preguntar quién lo salvó en ese rápido rescate. Y en tierra estaba el conocimiento, y el Amor aprovecha a preguntarle: “¿Sabes quién era él, quien me salvó y me trajo a la tierra?”, “Oh sí”, dijo el conocimiento. “Era el tiempo”.
“¿Pero por qué crees que me salvó?”, “Bueno, ¿no sabes que es sólo el tiempo el que conoce el valor del Amor?”
-Fragmento de Sohbet de Tugrul Efendi – Agosto de 2007
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