martes, 26 de julio de 2011

Puliendo el Espejo del Corazón


Tratamos de razonar nuestro camino hacia él:
no funcionó;
pero en el momento en que nos rendimos,
ningún obstáculo quedó.

El se presentó a nosotros por bondad:
¿De qué otro modo podríamos haberlo conocido?
La razón nos llevó hasta la puerta;
pero fue su presencia la que nos hizo entrar.

Pero, ¿cómo podrás nunca conocerlo mientras
seas incapaz de conocerte?

Uno por uno es uno,
ni más, ni menos:
el error comienza con la dualidad;
la unidad no conoce el error.

El camino que debes recorrer tú mismo
consiste en pulir el espejo de tú corazón.
No es con rebelión y discordia
como se pule el espejo del corazón,
liberándolo de la herrumbre
de la hipocresía y incredulidad.
Tu espejo es pulido por tu certeza:
por la pureza sin aleación de tu fe.

Libérate de las cadenas que has forjado a tu alrededor;
Pues serás libre cuando estés libre de la arcilla.
El cuerpo es oscuro, el corazón brilla radiante;
El cuerpo es mero abono, el corazón es un jardín florido.

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