En el suelo, un animalito que vive bajo tierra y en tinieblas no tienen ojos ni oídos, pues en el lugar en el que viven no los necesita.
¿Por que, pues, Dios habría de darle ojos?
El no es avaro, pero da según la necesidad.
Si diese alguna facultad innecesaria, produciría una sobrecarga (para el que la recibiera).
Si das a un sastre las herramientas del carpintero, hacha, sierra, cepillo y demás, diciéndole: “Tómalas“, el no puede trabajar con esas herramientas que solo son para el, una embarazosa sobrecarga.
Si Dios da aquello que se necesita, lo que Él da, permanece.
Las gentes que viven en las tinieblas de este mundo están satisfechas y contentas; no necesitan la promesa del otro mundo ni sienten la nostalgia de la visión de Dios.
¿De que servirían a esas personas el ojo interior y los oídos de la inteligencia?
¿De que servirían a esas personas el ojo interior y los oídos de la inteligencia?
Para los asuntos de este mundo les bastan sus ojos de carne.
No les serviría de nada, simplemente se conformarían satisfechas y contentas con este texto titulado Reflexión.
ResponderEliminarEs preciosa esta reflexión ¡Gracias!
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