El discípulo no
sólo no debe cuestionar al maestro; debe además realizar todos sus actos de
acuerdo con las observaciones y sus instrucciones.
Nunca debe actuar
sin su aprobación, ni revelar ninguno de los secretos que existen entre ellos.
Es más, es su
obligación informar al maestro de todas aquellas cosas fuera de lo normal que
vea estando dormido o despierto.
Queda pues claro
que la primera y más importante obligación del discípulo es aceptar, sin
cuestionarlas, todas las instrucciones del maestro.
También sobre
este tema escribe Hãfez:
"En el
camino de la casa de Laila (la Bienamada), donde acechan peligros mortales, la
primera premisa es perder la razón (Majnún).
(Op. cit., gazal
1, verso 3)
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