La naturaleza del hombre,
no se inclina fácilmente hacia la perfección. Aun cuando su percepción lo haga consciente de una vida mejor, sus instintos,
impulsos y móviles egoístas, o “nafs” según la terminología sufí, se
transforman en difíciles obstáculos a salvar.
Rodeado por las fuerzas contradictorias de su naturaleza, se vuelve ansioso. Si es afortunado, se halla en el umbral de dos mundos: su «yo» se yergue frente a su ser potencial o real; el hombre universal frente al social.
En épocas modernas la gente generalmente no reconoce esta desarmonía dentro de sí.
Cuando se sienten inquietos, toman una píldora, o beben o se escapan a una forma de vida ilusoria.
Rodeado por las fuerzas contradictorias de su naturaleza, se vuelve ansioso. Si es afortunado, se halla en el umbral de dos mundos: su «yo» se yergue frente a su ser potencial o real; el hombre universal frente al social.
En épocas modernas la gente generalmente no reconoce esta desarmonía dentro de sí.
Cuando se sienten inquietos, toman una píldora, o beben o se escapan a una forma de vida ilusoria.
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