Cuando se queda sucia, embarrada y turbia, el agua se queda asombrada, como nosotros, por haberse ensuciado en la tierra.
Eleva su voz desde lo más profundo e implora al Todopoderoso.
Entonces Él la
vaporiza y eleva hacia el cielo, la lleva por varios caminos en los que se
purifica completamente. Después, la vierte de nuevo en la tierra, a veces en
forma de lluvia, a veces como nieve, y a veces como granizo. Finalmente, la
dirige hacia el vasto océano.
Acércate al
Todopoderoso y purifica tu corazón de toda la suciedad,
al igual que hace el agua.
al igual que hace el agua.
Transfórmate en
lluvia.
Derrama
abundancia y misericordia.
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