martes, 10 de febrero de 2015

El estado del discípulo


Para estar en estado de pobreza espiritual hace falta, sobretodo, renunciar a nuestro estado de "maestro". Nuestro maestro actual es el ego, nuestro sí despótico. Volverse pobre quiere decir deshacerse de nuestro yo ilusorio.
A menudo el hombre no tiene la conciencia clara de sus tendencias egóticas y las suele atribuir a toda suerte de circunstancias exteriores. Ser un discípulo es empezar este gran combate contra el conjunto de tendencias negativas del alma.
Se trata de unificar las diferentes tendencias que nos gobiernan.
Hace falta tomar verdadera conciencia de nuestros límites y un trabajo interior para liberarse de este sentimiento del "sí mismo" que ocupa nuestro espíritu, que usurpa nuestra verdadera identidad.
Abandonar esta autosuficiencia para tomar el camino del conocimiento interior que despierta la intuición y el desvelamiento sin prejuicios.
Porque como dice Sidi Hamza: "no se acerca a Dios aquél que no se olvida de sí mismo". A medida que desaparece la huella del ego, aparece la realidad divina.

(Fragmento de enseñanza de la Tariqa Qadiriyya)

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