viernes, 29 de mayo de 2009

La Complacencia del Señor

Bismillah...

Ni una promesa de un hombre ninguna oración a Allah es aceptable si huele a insinceridad. El camino del Maestro de los mundos, que la paz y las bendiciones de Allah sena con él, es toda sinceridad.


Cuando dicen “La ilaha ilallah”, “No hay Dios sino Allah”, están haciendo una aclamación muy seria, una declaración que hace al mundo temblar. Una declaración como esta necesita pruebas, testigos. Los testigos que aprobarán su declaración son dos. Uno es aceptar sufrir y estar pacientes. El segundo es hacer frente a las adversidades, hostilidades, preocupaciones y dolores que semejante declaración traiga sobre ustedes, y la sinceridad en la paciencia y en sus esfuerzos.

Para obtener la aprobación y la complacencia de su Señor, ni las oraciones ni las obras mostrados a otros tienen beneficio alguno; como tampoco los deseos y las esperanzas de grandes logros, para los cuales no están capacitados. Nada puede ser obtenido por los esfuerzos de alguien quien en su interior y su exterior no son uno y lo mismo, especialmente cuando su mentira se hace conocida. Que desastre va a causar. Si tienes alguna de estas faltas arrepiéntete ahora y no rompas tu arrepentimiento. Lo que es más importante que el arrepentimiento es no romper la promesa de no hacer más aquello por lo que se ha buscado el arrepentimiento.

No cuestionen la verdad, no la nieguen por ser otra cosa que lo que ustedes reclaman. Cuan a menudo acusan a la verdad porque hay quienes no te aprecian o no están de acuerdo contigo, o por no perder lo que tienes. ¿Por qué no miras en ti mismo las faltas? Quieres todo como deseas que fuere. ¿De quién es la decisión, de quién el poder, de quién el conocimiento, de quién la compasión? ¿De Él o de ustedes? No se olviden que ustedes y todo lo demás son Sus criaturas. En todo lo que sucede, es Su voluntad la que prevalece. Dejen de ser arrogantes. Cuando son arrogantes hacia Sus servidores están siendo arrogantes hacia Él. Que somos sino una gota de agua sucia, un coagulo de sangre; y que serán sino un peso muerto lanzado a un agujero. Hagan de la humildad una norma en sus existencias. No sean esclavos de sus ambiciones. Cuando junten riquezas de este mundo, o se comporten como si estuvieran juntando leña en una noche oscura. Parece que fuera así, sin saber lo que recogerán en sus manos, quizás una serpiente venenosa en vez de leña. Estén atentos. Tienen que saber que es lo que van a sostener en la mano antes de recogerlo. No le pidan a los hombres los bienes de este mundo. No les corresponde. Que sin nada te es dado después que te has reducido a ti mismo. No es mejor buscar el sustento que te ha sido solo destinado a ti, pues nadie puede darte lo que no te ha sido destinado. No han escuchado a nuestro Maestro decir: “El peor problema para ti es desear y buscar aquello que no te ha sido destinado”

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