Comencemos la Palabra con Bismillah, en el nombre de Allah, qué hermoso
refugio…
Sus bendiciones no se limitan en ninguna medida o cálculo, Dios es
el que más ama, el más perdonador.
Había un hombre nacido en Argentina, que pasó por el judaísmo, el
cristianismo, y el budismo, quien se enamoró de su Maestro. En 1997 obtuvo el
nombre de Mahmud, dejó todo atrás.
Cuando no encontró suficientes cuerdas en Argentina, que lo conectaran con
el criterio y la moralidad del Islam, pidiendo al Único Allah quien es Ahad y
Samad, él encontró la solución viniendo a Estambul. Se aferró de la mano y
pantalones de Hz. Muhibbi, se convirtió en un devoto siervo de Hz. Pir, y allí
fue cuando kibrit-i ahmer lo encendió.
Este fuego sagrado que vuelve los cuerpos de cobre en oro, lo hizo venir
a Estambul cada año, con cada oportunidad. Este hombre solía caminar por las
calles, en los mercados, las mezquitas, los cafés y solo respirar el mismo
aire, como Majnún solía caminar en las calles de Layla.
Sin beneficio alguno, solo quedarse en Estambul con 14 horas de ida en
avión y 14 horas más de regreso; solía volar con Turkish Airlines desde Buenos
Aires. No porque necesite algo particularmente, pero solía detenerse en los
mercados por bendiciones, y saludar a la gente que no conocía como prueba de su
amor.
Se sentaba en la tekke donde le indicaban por horas, escuchando
conversaciones en un idioma extranjero. A veces se sorprendía de que
efectivamente entendía. Pero lo más sorprendente de todo era, que aunque venía
a la tekke una o dos veces al año al menos en 3 días de reunión, con su gran altura y
cuerpo que tenía Mahmud, nadie lo notaba.
Incluso él mismo lo llamaba “selva”, Mahmud se sentía en el desierto cuando
volvía de Estambul. Lo acusaron de loco, pero no le importó. Sus amigos,
familia cortaron lazos. Cuando se volvió más brillante con la Nur del tevhid, y
la chispa en su corazón ardió, Mahmud encontró nuevas personas, y también los
trajo a Estambul con él.
¿Cómo podemos comprender la situación de una sociedad con 50 musulmanes en
el rezo del Yuma, y quizás 500 musulmanes en las festividades? Eventualmente
las hienas del desierto repelieron a Mahmud. Algunos se convirtieron en su
enemigo, otros de ellos simplemente lo ignoraron. Él comprendió la lección,
aceptando y diciendo “eyvallah” con estos incidentes.
Grandes cuerpos siempre tienen grandes corazones. Cuando Mahmud abrazaba,
él abrazaba con su gran corazón. Solía escribir en cada mensaje, en cada carta
“gran abrazo” al final. Cuando era preguntado por ello, él decía “Aprendí a
abrazar en grande, después de decir eyvallah”.
¿Quién puede sentir, lo que Mahmud sintió y vivió en el fondo de su
corazón? ¿Quién puede saber eso? Por esta razón, él comenzó a escribir libros de un personaje imaginario llamado Siraj Baba, contando a veces sus
experiencias, a veces sus guías y las historias de los sheikhs.
Él definió estos libros como un servicio y se dedicó a escribir las
historias que lo sacaron a él, a su nefs fuera de todo. Cuando le preguntaban,
él decía: “Sólo estoy tratando de ser nada.”
En el 19º año, Mahmud había venido a Estambul otra vez, para aumentar su
amor, besar la mano de su sheikh, y apoyar su rostro en el umbral de su Pir.
Arribó en el mismo vuelo, se hospedó en el mismo hotel. Al día siguiente, salió
del hotel, comenzó su deber de “caminar las calles de Layla”. En Sehremini, en
la calle del tranvía, Mahmud se detuvo.
El 20 de Jumada Al-Awwal de 1437, el mismo mes de febrero en el que tantos
otros amados nuestros han fallecido, un día 29 la orden le llegó a Mahmud
“Ircıi, regresa”. Un gran amante, no perdió la oportunidad y entregó su
reliquia obedeciendo la orden. Primero sus derviches lloraban cerca, luego el doctor,
luego la enfermera, luego aquellos que lo ayudaron a ir al hospital, luego el
gerente del hotel, luego los hermanos y hermanas del ihwan. ¿No es una
bendición de Allah, que su familia lo lloró luego por la diferencia horaria?
Los derviches dieron la noticia a su sheikh, lo consultaron, pidieron su
oración y permiso. Ellos compartieron los deberes así como su dolor. Primero lo
llevaron a lavarlo para su último wudu’, recitaron el usul cerca, lo adornaron
con rezos. Luego lo trajeron a la puerta de su Pir, lo recostaron en el umbral.
Le colocaron su “dallı arakiye” en su cabeza, lo dejaron solo con su pir en
seclusión.
Sheikh hazret hizo saber a todo el ihwan sobre la situación de Mahmud,
después del meshk en su sohbet. Todo el ihwan fue testigo del amor, muhabbet de
Mahmud por este camino.
Cuando la puerta del Pir se abrió y Mahmud fue retirado de su seclusión,
olía hermoso.
Hafız Mustafa Efendi recitó su Salat, qué Salat, incluso los gatos lloraban.
La paz y la decencia cubrieron Karagumruk, donde el bullicio y el apuro nunca
faltan.
Rezaron el Salat de Mahmud, ¿no es la Misericordia de Allah acaso?, en la
misma mezquita donde el sala de su Pir fue hecho. Lo adornaron con hatims,
rezos, una y otra vez. Probablemente no pudieron encontrar otra compañía de
transporte, así que su féretro fue enviado de vuelta a su hogar nuevamente en
Turkish Airlines.
El día siguiente al regreso del féretro de Mahmud a su hogar, sus regalos
para los derviches llegaron a la tekke. Se comprende que él traía muchos
regalos para sus hermanos de ihvan, pero la entrega solo pudo realizarse en la
reunión del jueves por la noche.
Luego del rezo de su Salat, Zakirbası del Asitane, Ahmet efendi resumió los
sentimientos de los derviches: “nos quedamos sin palabras, sin habla” agregando
“ahora no podemos hablar sobre esto, pero alguien debería escribir este
suceso.” Para cumplir con las palabras de su hermano mayor, se volvió un deber
para otro pobre siervo.
No podremos conocer la propia historia de Mahmud antes de que sus libros de
Siraj Baba sean traducidos. Si me preguntan a mí, él contaría cualquier
historia que un paladin de cuentos contaría. Su excelencia era un “paladin del
amor” como los que solíamos leer en los libros y escuchar en los sohbets, lo
encontramos tarde, lo perdimos muy pronto.
Mahmud, significa “el más alabado, glorificado”. Esta pluma, no puede
alabar lo suficiente a tal hombre, sin importar lo que escriba. Nuestras
súplicas para el gran amante de Argentina es, que la gente que lea esta
historia diga amin a nuestro dua con la recitación del Fatiha; en presencia de
su Rab, aferrándose a los pantalones de su Pir, que Hz. Resulullah (sav), por
quien se le dio su nombre, lo alabe y glorifique.
La súplica de este pobre siervo para aquellos que leen esta historia, que
nos permita a todos nosotros reconsiderar quién es pir, quién es Sheikh, quién
es derviche, cómo podemos amar. Y que todos nosotros podamos tener una porción
del amor de Mahmud, muhabbet y prosperidad.
Amin.
Amin.
Mahmud Baba |
“Şeb-i Arus”, significa la “Noche de bodas”, es
decir, el día de su muerte.
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