miércoles, 4 de febrero de 2009

Sobre la complacencia

Bismillah...

“Y quien se refugie en Dios será guiado a un camino recto”
Caligrafía Muhammad Uzchai (Turquía)

En términos de aceptar la Realidad, podemos distinguir varias etapas; en un primer momento, hay un período en el que uno se resiste a ver la Realidad, corresponde al NO ACEPTO. Esto lleva a la ambición de aquello que deseo. Tal ambición, al presionar en pos de un deseo que no se cumple, lleva al SUFRIMIENTO. El sufrimiento es fruto del “choque” del deseo contra la Realidad, el ver que no puedo conseguir eso que deseo. De aquí se bifurcan dos caminos: se puede estar en Realidad, que es el darse cuenta, y enmendar los errores cometidos en la búsqueda de satisfacer mis deseos, o continuar en el autoengaño, echarse culpas por los errores, y luego comenzar el circuito de la ambición y el deseo nuevamente.

¿Qué caracteriza la ambición?
La ambición es la impaciencia en el Destino de Allah. Querer cambiar lo que el Allah Indica como Destino. Es un olvido de Allah, un acto de ilusión absoluto, una afirmación de que “yo existo”. Esta ambición que conduce al error, nos hace pagar el precio a través del sufrimiento.
Para que no se detone el circuito de la ambición, hay que controlarla. ¿Cómo se controla?
ACEPTANDO.

Lo anteriormente mencionado puede reflejarse en las etapas que han identificado en los pacientes que padecen cáncer. En la primera etapa, hay negación de la enfermedad; no la tienen.
En la segunda etapa, ya hay rechazo. Se producen varias emociones como enojo, ira, no querer lidiar con la situación.
En estas dos primeras etapas, no hay posibilidad de que se revierta el avance de la enfermedad; sólo hasta la tercer etapa, en donde hay aceptación. En esta etapa es que se producen los porcentajes mayores de que haya reversión.

La alquimia está en uno. Se produce al ACEPTAR. Sino seguimos sumergidos en el autoengaño, y se vuelve a iniciar el juego, se da otra vuelta sin sentido para encontrarse otra vez con el sufrimiento de que no se puede alterar la Realidad.

Según el Sura 16, Ayat 97 del Corán, Dios Elevado Sea dijo, "Al creyente, varón o hembra, que obre bien, le haremos, ciertamente, que viva una vida buena"(Corán, 16:97)

Esto es, LA COMPLACENCIA.
Es aceptar la porción que a cada uno se le destina. Bishr al-Hafi dijo, "Complacencia es un rey quien habita en un corazón creyente".

Abu Suleyman al-Darani dijo, “Complacencia es el comienzo del contentamiento, mientras que la abstinencia es el comienzo de la renunciación”.

¿Cómo comienza el contentamiento? Comienza en cuanto uno permanece tranquilo ante lo desconocido.
A veces lo que nos es familiar, ya es aceptado, pero es aceptado como hábito, hay que estar atentos pues se están repitiendo errores en lo que uno denomina “familiar”.

Abu Abd Allah bin Khafif dijo, "Complacencia es no desear por algo que careces y el no necesitar algo que tu ya posees".

Abu Hazim pasó por el carnicero quien tenia muy buena carne. El le dijo, "Llévate un poco, Abu Hazim, esta muy buena". "No tengo ni un dirham encima", respondió el. "Esperare por el", dijo el carnicero. "Es mejor para mi que mi ego espere antes de que tú esperes".

Aceptar es encontrar aquello que existe como suficiente y dejar de desear lo que no hay. Al no tenerlo, se produce un envenenamiento si se lo desea.

El exponente más notorio del autoengaño son las ensoñaciones infantiles. Se trata de hacer berrinches cuando no se tiene lo que se desea. En este punto, no se crece, sólo hay ambición.

Se dice que Allah escondió 5 cosas en 5 lugares diferentes:
El honor en la obediencia;
La humillación en la desobediencia;
El temor reverencial al levantarse para el rezo nocturno.
La sabiduría en un estómago vacío,
Y la complacencia en la aceptación. (Riqueza en la Complacencia).

Alguien vio a un hombre sabio comiendo vegetales de un arroyo. El dijo, "Si estuvieras esperando al sultán, no necesitarías comer esto!" "Y si tu estarías complacido con esto, no necesitarías el esperar por el sultán", respondió el sabio.

Si estás en Realidad, no cuesta la aceptación. El desconocer a Allah, la desobediencia, la rebeldía… son todas circunstancias en las que se cae por no aceptar; por no estar ubicados en la Realidad, sino en el autoengaño.
Dios no cambia Su Plan, Su Destino, uno sufre más y las cosas continúan igual.
Es de sabio estar de acuerdo con Dios y no en contra.

En primer lugar, hay que darse cuenta que no estamos aceptando. Sino, nos daremos cuenta al final, que es con el dolor. El dolor es la señal que indica que nos caímos, y que recién cuando uno vuelve a ver hacia atrás, puede darse cuenta de ello. Allí se ve Realidad, darse cuenta dónde nos caímos. El autoengaño diría: “me empujaron”.

En la Realidad, es imposible colorear. Es.

Y como Es, primero se acepta. Luego viene la Conciencia.
Se dice: “Sé de aquellos que se abstienen, y serás de los agradecidos…”

Entrar en ilusión es no hacer lo que Él Predestina que haga. Hay distracción, y el no querer verse, el afirmar “yo estoy bien”. Mientras que dentro, hay mecanismos, cerradas, dibujos, mentiras, miserias, etc. ¿Por qué habría uno de reírse? Tampoco es cuestión de amargarse, ya que todo podría ser peor.

“Las lágrimas son la ablución del alma”.

Si ser musulmán implica sumisión, el acto de ambición es lo contrario a éste, a ser musulmán.


¿Qué significa la frase, “morir antes de morir”? Morir a los propios deseos antes de morir.

¿Cómo se entra en Realidad?
Se entra de golpe. Es un cambio de estado de Conciencia. No se puede retroceder al autoengaño una vez que se ingresa en Realidad.
El ciclo sería de la siguiente forma:

Se vive en el autoengaño.
No hay aceptación de lo que sucede.
Nace la ambición de aquello que no está sucediendo.
Se generan deseos.
Continúa el autoengaño de que puedo conseguirlos, y “torcer” el Plan de Allah.
Sufrimiento, Dolor - Golpe de Realidad – Darse cuenta.
Dos opciones: entrar en Realidad. Sigue el autoengaño y comienza el ciclo nuevamente.

Una vez que se ha caído en Realidad, es difícil la convivencia con la gente que permanece en el autoengaño. No comprenden que sucede, por qué el cambio repentino. No se vuelve agradable estar en su compañía, y a ellos se les vuelve difícil también.
La ilusión contagia, es fácil confundir “te amo” con “te necesito”. Y creerlo. Son dos aguas divisorias, el autoengaño, y la Verdad.

La Verdad no se suspende por mal tiempo; llega. Uno cree que puede evitarla una, dos, o tres veces, pero allí continúa. ES.

La Verdad tiene un sabor amargo, pero como ES, es lo que da tranquilidad.

Sohbet de Mahmud Baba - Argentina, 2009

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