Aquellos que aman
a Dios son los enemigos de Su enemigo, que es el mundo (dunya), porque El no le
ha dado una segunda mirada desde que lo creó. El hombre afortunado es aquel que
sabe para qué fue creado y se prepara para ello, rehuye todo lo demás, y no busca
en las cosas mundanas más que sus necesidades indispensables. El desafortunado
es aquel que está dominado por los deseos pasionales y la distracción, de modo
que siempre está luchando por más comida, ropas y placeres. Y el poder y la
habilidad vienen sólo de Dios, el Exaltado, el Grande.
Fragmento de "Los Estados del Alma" - Sheik Abd Al-Khaliq Al-Shabrawi
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